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martes, 28 de septiembre de 2010

"O la matas, o la dejas"


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Siempre he pensado que la vida es una tomadura de pelo, una broma de mal gusto y además es paradójica, aunque sabemos desde muy jóvenes que hemos de morir, no sabemos sin embargo como prepararnos para ver partir a un ser querido, es más, no aprendemos como asimilar nuestra propia muerte, ya que, evitamos por todos los medios hablar de ella, algo absurdo por parte del ser humano, porque hablemos o no de la muerte, aquí, en este mundo, no se queda nadie.

Creo que debería existir una asignatura escolar en la que desde niños se nos enseñase a hablar de la muerte como de algo natural ya que lo es, al fin y al cabo forma parte del ciclo de la vida, nacer, vivir, morir.

Ayer, estaba muy cansada, pensando en tomar una pastilla para dormir y ver si por fin lo conseguía, pero me senté delante del ordenador y apenas sin darme cuenta me puse a escribir….

Ella se ha muerto el jueves, para lo inquieta, revoltosa, activa que fue en vida, los que la conocían la denominaban como “pizpireta”, se dejó llevar por la parca de una manera rápida y sin llamar la atención, dijo el forense que no sufrió, pero eso… ¿quién lo sabe, verdad?

Fue de las personas más singulares que he conocido en mi vida, tenía una personalidad fuerte que no dejaba indiferente a nadie que la conociese.

Parió seis hijos y sobrevivieron cinco, entre los que me cuento. Yo sin pretenderlo y debido a la "polio" que padecí en mi infancia, disfruté y acaparé a mi madre más que el resto de mis hermanos, esto creó un vínculo entre nosotras y una complicidad que perduró durante toda nuestra vida.

No fue de trato fácil, podía un día estar más suave que un guante y al siguiente tener un genio de “mil demonios”, pero eso es lo que formaba parte de la singularidad de su carácter y como decía mi padre “o la matas o la dejas”…y decidimos dejarla.

La encantaban las películas del Oeste, pero no una película cualquiera, tenía que ser de indios, la chiflaban las películas de indios: Apaches, Navajos, Cheyennes, Comanches, Sioux, Cherokees, Pies negros o cualquier otra tribu india y si además raptaban a una chica blanca desde que era niña, de algún fuerte yanqui….uffff…mejor que mejor.

Madrileña castiza por los cuatro costados y con un lenguaje rico y culto, a veces, nos decía unas palabras que no habíamos oído en nuestra vida y como siempre me ha encantado todo lo que tenga que ver con la gramática, allí iba yo corriendo en busca del diccionario para buscar y entender lo que nos quería decir, también tenía un rico repertorio de frases, dichos y moralejas que yo aprendí, pero que no sé si recuerdo todos/as, eran tantas/os.

Ejemplos:

Galocho, cha.

1. Adj. Dicho de una persona: De mala vida.

2. Adj. colon. Dejado, desmazalado.

Pendingue.

1. loc. verb. coloq. tomar el pendil

Sinapismo.

1. m. Med. Cataplasma hecha con polvo de mostaza.

2. m. coloq. Persona o cosa que molesta o exaspera.

No tuvo una vida fácil, pero por otro lado ¿quién la tiene? …algunos privilegiados, pero ella no se encontraba entre ese grupo.

Trabajó mucho y duramente pero reitero la misma pregunta y ¿quién no, con los años que corrían por entonces?...guerra, post guerra, hambre, necesidad y un largo etc.…

De ella he heredado el sentido del humor, algo de su personalidad singular e indiferencia por el qué dirán. Debido a nuestro humor, nos hemos reído hasta las lágrimas, también he heredado su gamberrismo, pero yo soy más bromista y algo más gansa que ella.

Tenía clara fobia a los hospitales y todo lo que tuviese que ver con médicos, en los 85 años que vivió estuvo ingresada por los partos y otras dos veces y ese par de veces la hospitalizaron porque no hubo más remedio. La primera vez a los 19 años, se dio un golpe en una pierna, ella no le dio la menor importancia, pero la pierna se infectó, a consecuencia de ello estuvo hospitalizada 3 años y casi pierde la pierna. La segunda fue debido a un tumor cerebral e hidrocefalia, la intervinieron varias veces y quedó muy bien, ella hacía ejercicios gesticulares para que los músculos volviesen a fortalecerse, tenía muchísimo tesón.

No volvió a hacer ninguna revisión pese a nuestros ruegos, enfados y un largo etc.…la pusieron una válvula que debía revisar al menos una vez al año y jamás fue a revisión.

En los últimos años tenía algo de Parkinson, la temblaban ligeramente las manos y la cabeza, poco tiempo antes de su muerte no iba por la calle en línea recta.

Un día se cansó de cocinar, de limpiar y de hacer nada y en vista de que mi padre estaba mal y cada día era más dependiente, decidimos buscar una persona que les cuidase e hiciese todo eso por ella. 

La felicito por esa decisión, ya era hora de que la cuidasen y la mimasen, ella ya lo hizo con su marido y sus cinco hijos durante toda su vida, se merecía relax. 

Hace años accedió a ir al médico, aprovechando una de mis visitas, la mandó unas pastillas para la tensión y otra para los temblores del Parkinson, por lo menos para suavizarlos, las pastillas las tomaba con el desayuno y tenía que estar yo delante y cerciorarme de que las había tragado, no quería medicarse. Por supuesto en el momento que me fui a mi casa, dejó de tomarlas, “toreaba” a la mujer que la cuidaba, ella cumpliendo con su deber la dejaba las pastillas preparadas, pero como mi madre desayunaba fuera, solo lo hacía en casa cuando estaba yo y la obligaba a quedarse, las cogía y las tiraba, eso me lo confesó mi madre un tiempo después.

Sus últimos años han sido buenos, ha vivido como eligió vivir, por las mañanas salía a pasear y tomar una “cervecita” o dos, luego llegaba a casa, comía, se echaba una siesta si no había una película del “oeste”, porque entonces sacrificaba la siesta, luego veía la tele con mi padre, cenaban y si había otro film de miedo o terror (también la encantaban) se quedaba a verla y si no, a dormir.

Me siento triste por su muerte, porque he vivido lejos de ella los últimos 15 años, pero por otro lado tengo la satisfacción de haberla hecho feliz el tiempo que hemos pasado juntas.


Concepción Ramírez Solares “o la matas o la dejas”…y decidimos dejarte.


Nieves Angulo


lunes, 27 de septiembre de 2010

Fragmento de novela

Asesinato, Nieves Angulo, blogspot, post, novela, maltrato, mujer


Para celebrar de algún modo el haber llegado a las 10.000 visitas, por vuestra fidelidad y seguimiento a través de mi blog de los post que escribo, quiero adelantaros un fragmento de una novela que estoy escribiendo y que no sé si algún día verá la luz. ¡GRACIAS A TODOS POR LEER MIS REFLEXIONES!!
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Una vez conseguido el domicilio del "cabróin", me planté en una esquina de su calle, la más cercana posible a su portal
Estuve días observándole, entradas, salidas, en fin, estudiando sus costumbres, que por cierto, las cambiaba poco, era un tipo bastante monótono.
Para que mi presencia no se le hiciese familiar, intercambiaba la vigilancia con otras dos compañeras y así, pasadas un par de semanas, tuvimos una idea bastante clara de la vida del “cerdo”.
Pude escoger el día para llevar a cabo mi misión, el mejor era sin duda el viernes y por la noche.
No obstante, aún así, tardé todavía otra semana más en preparar mi estrategia.
El viernes elegido, me arreglé con esmero, no soy lo que se dice guapa, pero soy atractiva y con un poco de maquillaje y la ropa adecuada, normalmente no hay tío que se me resista.
Como sabía dónde iba a estar él y la hora aproximada de su llegada, me dirigí ahí primero, para que me encontrase allí y no levantar sospechas.
Los viernes, después de cenar, se plantaba en un bar que solía transformarse en pub a partir de las 00:00 de la madrugada, se acodaba en la barra y tomaba un par de gin-tonic, lo dicho, era monótono y aburrido.
Cuando llegó ese viernes, yo ya me encontraba sentada en la barra, muy cerca de donde se sentaba él, era previsible hasta para eso, siempre en el mismo sitio, si no estaba ocupado.
Por supuesto no me quitaba los ojos de encima, pero como todos los de su calaña, era cobarde, así es que decidí darle un “empujoncito”.
-Que noche más aburrida ¿verdad?...que poco ambiente.
A partir de ahí todo fue como la seda, bebimos, charlamos y salimos juntos del bar, pero aún faltaba lo más importante, conseguir que él me invitase a su piso.
...Y subimos a su casa, un tercero sin ascensor, la vivienda era tétrica y olía a humedad, a viejo, como él, como el “bastardo”.
Me ofreció algo de beber y mientras se dirigía a la cocina, yo, muy despacio, fui sacando de mi bolso el abrecartas, me temblaban mucho las manos, tenía que calmarme, la puñalada tenía que ser certera y en el corazón, me habría encantado recrearme en su muerte, pero no había tiempo, tenía que ser algo rápido, me quedaba mucho trabajo por delante, mucha huella que borrar.
Salió con dos vasos en la mano, sonriendo y relamiéndose los labios, celebrando con su pobre imaginación la noche que iba a pasar conmigo...yo también me hubiese reído solo de pensar lo lejos que estaba él de adivinar lo que le esperaba, pero le odiaba demasiado para poder sonreír...

Nieves Angulo

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