Si bien es cierto que poco a poco vamos asumiendo que al igual que hemos nacido, hemos de morir, también es cierto que nunca nos preparamos para la muerte.
Aunque sabemos que la muerte puede llegar en cualquier momento, no hacemos caso de esas señales, hacemos oídos sordos, para preservarnos o por miedo a esa realidad.
Siempre acompañamos a la palabra muerte, otra llamada longevidad, es lo que queremos creer y por eso nadie nos prepara para ver un hijo morir.
No puedo medir el sufrimiento, cada ser humano sufre por lo que le toca, pero os puedo decir que perder un hijo es lo más terrible que le puede suceder a un ser humano.
A mi niño le diagnosticaron leucemia siendo eso, un niño, tenía apenas 5 años, desde el momento en que me dieron la noticia ya me puse en movimiento para ponerle el mejor tratamiento que hubiese para salvarle la vida, también mi rey pasó inmediatamente a las filas de personas necesitadas de donación de médula.
Fue un tratamiento largo y agresivo, pero lograron regalarle un principio de adolescencia.
¡Como he amado y amo a mi niño, como le he admirado!, no quiso faltar al colegio, entre sesión y sesión de quimioterapia iba al colegio y logró ponerse a la par del resto de sus compañeros.
Cumplió doce años y creció su pelo y con él crecieron nuestras esperanzas.
Había vencido al cáncer, lo había logrado.
Pero no, no…a los 14 años volvió a recaer y esta vez con metástasis.
Probamos tratamientos nuevos e innovadores, pero él, mi niño se me iba yendo, se iban apagando sus ojos, preciosos, verdes y luminosos.
…Y se me fue, la muerte me lo arrebató y no lo he superado y ha habido en mi vida muchos daños colaterales.
Estoy divorciada, no pude superar este sufrimiento, reproches, palabras dolorosas, silencios, miradas furtivas, en fin… el amor no sobrevivió. Se me retiró el periodo apenas con treinta años. No me llevo muy bien con el resto de mis hijos, dicen que no les volví a dar y demostrar amor, quizás tienen razón, quizás se me fue la capacidad de amar junto con el cuerpo de mi hijo.
Han pasado diez años desde que se me fue mi vida, mi amor, mi niño y hoy puedo por fin hablar de ello sin que los ojos se me inunden de lágrimas.
Pertenezco a una Asociación contra el cáncer y sigo intentando recoger los pedacitos de mi vida para volver a ser persona.
Pero deberían prepararnos para perder un hijo, deberían prepararnos.
N. Angulo
NOTA: Con este post comienzo una serie de artículos dedicados a mujeres a las que admiro y quiero profundamente.
Lo he escrito en primera persona para evitar que se me escapen nombres u otros datos. Ellas quieren permanecer en el anonimato.
Efectivamente, yo también creo que la peor desgracia que puede aconteceder a un ser humano es la pérdida de un hijo. No nos han preparado nuestro mapa genético para asumir esa muerte con el dolor de otras muertes.
ResponderEliminarMe temo que NADA puede prepararnos para vivir esa situación que relatas, estremecedor ...
ResponderEliminarDesde luego es estremecedor el relato. No sólo no nos preparan para la muerte sino que además todos vivimos de espaldas a ella. Yo he pasado algunos malos momentos en mi vida, pero ninguno tan doloroso como la pérdida de mis padres. Así que no imagino el dolor tan profundo que pueda ser perder un hijo.
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