Me atrevería a decir que todos alguna vez en la vida nos
hemos cruzado con personas que critican por deporte.
Posiblemente en un principio, al menos a mí me ha pasado,
nos lo tomamos a broma, lo vemos gracioso y como parte del carácter de esa
persona, de hecho nos cuesta creer que esas críticas, que esa “sacada de
pellejo” contenga malicia. Quizá esto sucede porque el amigo/a nos cae bien y
no queremos mirar de manera malsana ese “defectillo”.
Pero el tiempo pasa y sigues observando que tu amigo se crece, que ya critica a todo dios, parientes,
compañeros de trabajo, vecinos y amigos comunes y ahí, en los amigos comunes es
cuando “te pica algo”, cuando empiezas a sentir cierta incomodidad. No te gustan esas críticas sobre todo cuando te
da una información gratuita que tú no has pedido y esa información está
acompañada de un ahorcamiento o linchamiento hacia ese amigo común.
El tiempo sigue pasando y vas concluyendo que si a tanta
gente pone “verde”, sin piedad, es raro que no lo haga contigo a la mínima
ocasión, es más, quién te dice que cuando habla con otras personas no pone en
tu boca cosas que no has dicho, simplemente por haber sido un mero oyente.
Entonces algo cambia, ya no te hacen gracia sus críticas, ya
no te hace gracia que no deje “títere con cabeza”, ya no te hace gracia que te
cuente intimidades de otras personas que tú no has pedido y que esas
intimidades vayan acompañadas de comentarios malintencionados.
Cambias el chip y comienzas a cambiar de conversación cada
vez que escuchas hablar mal de otra persona. Cada vez que comenta sobre su
marido o mujer, sobre sus hijos, sobre gente de su pueblo o ciudad. Ya no te
hace gracia, ya de hecho, te incomoda mucho y vas viendo que no tienes nada en
común con esta persona y te arrepientes de haber dejado que entrase en tu vida.
La persona criticona, se da cuenta de tu cambio de actitud,
ya no te ve como ese/a colega que escucha sin rechistar. Nota que ya no ríes
sus gracias ni sus comentarios, nota que cambias de conversación y entonces…
Pon tus barbas a remojar porque vas a ser la/el siguiente
damnificado/a, si no lo eras ya.
Estas personas, son peligrosas.
Entran en tu vida de forma zalamera y lisonjera, parecen
personas sinceras y llegas a creer que te aprecian sinceramente.
Estas personas no aprecian a nadie.
Si son capaces de hablar mal de su familia, de sus allegados
¿qué dirán de ti?
Lo dicho, despréndete de estas personas, son tóxicas, son
malas y son “encantadoras de serpientes”.
Suelen caer muy bien y normalmente tardamos en darnos cuenta
de su maldad, porque su mal hacer no acaba con la crítica, van más allá.
Estos personajes tienen un denominador común; su vida es
gris, incompleta y por ende frustrante, sin embargo se muestran sonrientes,
simpáticos y cercanos, pero lo cierto es que necesitan vivir a través de otros,
como además son envidiosas, necesitan sacar defectos para valorar su propia
existencia ya de por sí, bastante miserable.
Posiblemente pierdas amistades en el camino. Posiblemente
hay personas que creen en el insano más que en ti, pero no pasa nada, si la
gente te da de lado sin al menos comprobar la veracidad de la información que
les llega por parte del criticón, es que no eran tan amigas como aparentaban y
no te merecen.
Yo con las últimas
“amistades” con las que me crucé de estas características, tuve suerte, antes
de echarlas de mi vida, me echaron ellas a mí.
Agradezco el favor.
Nieves Angulo