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domingo, 4 de septiembre de 2016

Desperdicio de alimentos




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Todos los años por estas fechas denuncio a través de las redes sociales, de mis propios blog y web, el desperdicio de tomates que se lleva a cabo en la fiesta de la tomatina en Buñol; festejo este que dio lugar a una supuesta "tradición popular" de escaso interés cultural.

Buñol pertenece a Valencia, una de las regiones más afectada por la sequía y sobre todo en verano donde hay muchos pueblos con escasez de agua.

Unos dicen que se emplean tomates no aptos para consumo. Me da la risa; todos los tomates son actos para consumo a no ser que estén podridos y por supuesto los tomates empleados en la tomatina no estás estropeados, ni mucho menos.

Los tomates más maduros para hacer salsa de tomate, gazpachos, sofritos, sopas y un largo etcétera y los más enteros para ensaladas, por ejemplo.

De media se desperdician unas 150 toneladas detomates que luego hay que limpiar con agua (miles de litros), ese bien tan escaso por esos lares.

¿Cuántas personas podrían alimentarse con estos tomates que se van por las cloacas?

¿Cuántas entidades como cualquier comedor social, despachos sociales de alimentos, Cáritas o Cruz Roja podrían repartir entre los más desfavorecidos estos tomates? 

Amigos, con este festejo y unos cuantos vergonzantes más, pongo en duda que España sea considerado un país del Primer Mundo.

Toda mi repulsa hacia este tipo de celebraciones donde se malgastan, derrochan y desaprovechan alimentos o se maltratan animales.

No en nombre de la cultura, no en mi nombre.

Nieves Angulo ©

sábado, 3 de septiembre de 2016

No esperes imposibles

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Sé que la mayoría de las personas que leéis lo que publico por estos mundos virtuales sois gente adulta y curtida en mil y una batallas. Por eso entenderéis parte de lo que voy a escribir y algunos os sentiréis hasta identificados con mi forma de divagar.
¿Os dais cuenta que desde que nacemos nos engañan?
¿Os dais cuenta que nos enmascaran las verdades haciéndonos crear esperanzas que luego resultan ser falsas?
Que si los reyes magos.
Que si el mundo se creó en unos días por un ser superior y benévolo.
Que si el amor es eterno.
Que si nosotras somos princesas a la espera de un príncipe que es lo que merecemos.
Que si ellos deben esperar a la mujer ideal, tan ideal como mamá.
Que si el poder de la amistad es intocable,  duradero y por supuesto leal.
Que si la familia es todo amor y fidelidad a toda prueba que no falla nunca.
Y entonces creces y se te cae el alma a los pies cuando descubres una de las primeras mentiras y sabes que los reyes magos no existen y son tus padres los que hacen magia y con más o menos esfuerzo te regalan todos los años lo que has deseado y lo que ellos creen que necesitas.
Y ves que esta mierda de mundo no lo pudo crear un ser superior  y mucho menos benévolo.
Según te vas haciendo adulto esperas que parte de lo que te dijeron de niño se vaya cumpliendo.
Descubres que nada es eterno y mucho menos el amor.
Esperas al príncipe azul que te prometieron hasta que te sale un callo en las posaderas. Ellos tampoco encuentran a la mujer ideal que les aseguraron que estaba por ahí, aún por descubrir.
Tus amigos se han ido quedando por el camino y ninguno resultó ser tan leal como te dijeron que sería. Por supuesto has ido evolucionando y la mayoría se han quedado atrapados en el pasado o bien evolucionan de otro modo diferente, por lo tanto no hay quien pueda sustentar esa amistad, aunque se intente.
La familia te ha “jodido”, te ha decepcionado una y cien veces más. Les has dado “cuartelillo” y oportunidades…al fin y al cabo es la familia; hay que amarla por encima de todo. Hasta que te cansas de soportar todas las perrerías y decides que aparte de haber nacido por el mismo sitio, pocas cosas tenéis en común.
Entonces te sientes frustrado. Sientes que has fallado. Empiezas a dudar si eres una persona “normal”. Crees que has fracasado.
Pero no, ni vosotros ni yo hemos fracasado, simplemente hemos creído las mentiras que nos contaron. El fracaso es de este sistema , de esta sociedad que se basa en mentiras y hace que los pilares que debían sustentarnos, sean unos finísimos palillos que no sujetan nada, que no pueden sostener nuestro día a día.
Cuando comprendes esto, haces las paces contigo mismo y dejas de esperar imposibles y te preparas para dar la bienvenida a lo que sea que llegue, mientras no te haga sufrir más de lo necesario.
Vas viviendo jornada tras jornada al mismo ritmo de tu respiración.
Nieves Angulo ©

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