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domingo, 16 de agosto de 2009

AMORES CAMPESTRES


Eramos jóvenes y apasionados, nos queríamos, estábamos enamorados y claro…


Como todas las parejas habíamos hecho el amor en sitios variados, cuando teníamos ocasión porque ganas siempre, pero en el campo yo me resistía no quería hacer el amor, me sentía incómoda, además teníamos un pisito, ¿por qué en el campo?


El insistía, “tenemos que probar”


Así es que siempre que íbamos a algún lugar donde hubiese campo, él erre que erre.


Me seguía pareciendo una incomodidad y así se lo decía, “me pican los bichos, me duele la espalda, se me clavan las piedras, nos pueden ver”, en fin, todas las excusas eran pocas.


Un fin de semana que salimos a pasar dos días en plan rupestre accedí a sus deseos y bueno…a los míos también, era de día, estábamos solos y nos pusimos en plan tierno y animado, con tan mala suerte que nos colocamos cerca de una vía pecuaria y en plena faena nos vimos rodeados de unas treinta o cuarenta ovejas, dos perros y el pastor incluidos, ¡¡¡ufff, menuda faena para una vez que lo intentamos!!!.


El siguiente intento fue en un bosque cerca de Playa América, caricias por aquí, arrumacos por allá, mimitos por acullá y ¡¡¡zassss!!! caída vertiginosa por el monte porque se resbalaban nuestros cuerpos con las agujas de los pinos, otro fracaso.


Un verano en Galicia, en las Rías Baixas, paseando vimos un campo verde, precioso, almohadillado, prometedor, provocador y esta vez fui yo la que se empeñó, dije a mi chico “este es el sitio, parece una pradera como la serie de Heidi”.


Maravilloso ya celebrábamos anticipadamente el revolcón, por fin, esta vez lo íbamos a conseguir, a mi no se me clavaba nada, efectivamente la hierba era frondosa y blandita, un gusto, era como un sueño, un espacio ideal, el cielo azul y yo con el hombre de mi vida, cierro los ojos, me entrego y ¡¡¡plafff!!!, un golpecito en mi pierna derecha, bueno en el muslo derecho, me incorporo, miro hacía el lado por donde vino el golpe y allí estaba, una pelotita blanca como la nieve, nos habíamos metido en un campo de golf.


Después de eso, no lo hemos vuelto a intentar, supongo que lo nuestro no es el campo.


N. Angulo

2 comentarios:

  1. JAJAJAJAAJA, creo que esa historia ya me la conocía... Pero te he vuelto a imaginar contándola, viviendola y con ese humor que me tiene enamorado de ti!

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  2. ¡QUÉ BUENO!. LO VUESTRO PARECE DE LAS PELÍCULAS DE PAJARES Y ESTESO. FALTABA EL OZORES POR AHÍ.

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