Pues hace ya unos añitos, que mi chico y yo emprendimos un viaje a la búsqueda de sus ancestros y empezamos a indagar sobre su apellido.
Las pesquisas nos llevaron a lo que creemos fue en España el inicio de su apellido, así llegamos a Galizano, perteneciente a Cantrabria.
Galizano, paraje espectacular, pueblo pequeño y tranquilo, con monte y mar.
Yo hacía poco tiempo que conducía pero ya llevaba muchos kilómetros realizados, no paré de viajar desde que me dieron el coche, para eso lo compré, para viajar y parar donde me placiese.
Al llegar a Galizano, preguntamos en un bar si alguien alquilaba habitaciones, pensábamos pasar unos días por esos lugares, allí mismo se presentó Pin Zuloaga y nos dijo que él nos alquilaba no una habitación, sino una casa que tenía en el monte y por el mismo precio, mi hombre y yo nos miramos y por supuesto nos leímos el pensamiento, ¿a ver qué casa tenía este señor en el monte?.
Seguí con mi coche (nuevecito) al todoterreno de Pin por unos caminos angostos, bueno más bien parecían vías pecuarias, más tarde me enteré que así era y tras unos cuantos saltos, allí estaba, preciosa y maravillosa la casa de Pin Zuloaga.
Parece ser, que excavando la roca para hacerse la casa se encontró con unas cuevas y esas cuevas contenían dibujos rupestres y aprovechando el fondo de las cuevas se edificó la casa respetando el hallazgo.
La fachada del fondo está intacta y con sus pinturas rupestres. Hizo un pozo, llevó luz y dejó la casa habitable, cómoda y además nos la alquiló, no podía creerme mi/nuestra suerte. Amablemente nos dijo que el monte era de su propiedad por lo que allí no subía nadie, que íbamos a estar solos.
Que días más divinos y realmente estábamos solos, algunos bajábamos a la playa, otros a recorrer los alrededores, pero la mayoría de ellos estábamos en nuestro paraíso particular.
Decidimos que como era nuestro paraíso y estábamos solos, había que acercarse más a la naturaleza, así es que andábamos todos los días en pelotas picadas, que maravilla.
Una mañana después de desayunar me puse a tender una colada y como siempre, salí desnuda, solo llevaba el barreño con la ropa para tenderla y ¡¡¡¡¡ahhhhhh, que susto coño!!! en la puerta un pastor con un tarro de miel en la mano, no sé quién chilló más, si él al verme desnuda o yo al ver otro ser humano en la puerta de "mi paraíso".
Entré rápidamente en casa y me puse algo encima, mientras tanto mi "churri" también se vestía a toda leche y me preguntaba qué ocurría.
Salí de nuevo fuera y pedí disculpas al pobre hombre que estaba azorado y más colorado que la batita que llevaba yo puesta de color rojo bermellón, se encontraba al lado del pozo y rodeado por su rebaño, me explicó que tenía permiso del dueño para subir a su rebaño al monte de vez en cuando, que Pin le había contado que una "pareja muy agradable de Madrid" se alojaba en la casa y que se le había ocurrido darnos la bienvenida con un poco de miel que él mismo elaboraba.
Le dimos las gracias y le invitamos a un café, nos pedimos perdón una vez más, él por la intromisión, nosotros/yo, por el recibimiento, me dijo, ya más relajados los dos y él con una ancha sonrisa que en los años de su vida olvidaría ese momento y le creo porque a mí todavía me tiemblan las canillas cuando recuerdo tamaño episodio jajaja.
N. Angulo
Las pesquisas nos llevaron a lo que creemos fue en España el inicio de su apellido, así llegamos a Galizano, perteneciente a Cantrabria.
Galizano, paraje espectacular, pueblo pequeño y tranquilo, con monte y mar.
Yo hacía poco tiempo que conducía pero ya llevaba muchos kilómetros realizados, no paré de viajar desde que me dieron el coche, para eso lo compré, para viajar y parar donde me placiese.
Al llegar a Galizano, preguntamos en un bar si alguien alquilaba habitaciones, pensábamos pasar unos días por esos lugares, allí mismo se presentó Pin Zuloaga y nos dijo que él nos alquilaba no una habitación, sino una casa que tenía en el monte y por el mismo precio, mi hombre y yo nos miramos y por supuesto nos leímos el pensamiento, ¿a ver qué casa tenía este señor en el monte?.
Seguí con mi coche (nuevecito) al todoterreno de Pin por unos caminos angostos, bueno más bien parecían vías pecuarias, más tarde me enteré que así era y tras unos cuantos saltos, allí estaba, preciosa y maravillosa la casa de Pin Zuloaga.
Parece ser, que excavando la roca para hacerse la casa se encontró con unas cuevas y esas cuevas contenían dibujos rupestres y aprovechando el fondo de las cuevas se edificó la casa respetando el hallazgo.
La fachada del fondo está intacta y con sus pinturas rupestres. Hizo un pozo, llevó luz y dejó la casa habitable, cómoda y además nos la alquiló, no podía creerme mi/nuestra suerte. Amablemente nos dijo que el monte era de su propiedad por lo que allí no subía nadie, que íbamos a estar solos.
Que días más divinos y realmente estábamos solos, algunos bajábamos a la playa, otros a recorrer los alrededores, pero la mayoría de ellos estábamos en nuestro paraíso particular.
Decidimos que como era nuestro paraíso y estábamos solos, había que acercarse más a la naturaleza, así es que andábamos todos los días en pelotas picadas, que maravilla.
Una mañana después de desayunar me puse a tender una colada y como siempre, salí desnuda, solo llevaba el barreño con la ropa para tenderla y ¡¡¡¡¡ahhhhhh, que susto coño!!! en la puerta un pastor con un tarro de miel en la mano, no sé quién chilló más, si él al verme desnuda o yo al ver otro ser humano en la puerta de "mi paraíso".
Entré rápidamente en casa y me puse algo encima, mientras tanto mi "churri" también se vestía a toda leche y me preguntaba qué ocurría.
Salí de nuevo fuera y pedí disculpas al pobre hombre que estaba azorado y más colorado que la batita que llevaba yo puesta de color rojo bermellón, se encontraba al lado del pozo y rodeado por su rebaño, me explicó que tenía permiso del dueño para subir a su rebaño al monte de vez en cuando, que Pin le había contado que una "pareja muy agradable de Madrid" se alojaba en la casa y que se le había ocurrido darnos la bienvenida con un poco de miel que él mismo elaboraba.
Le dimos las gracias y le invitamos a un café, nos pedimos perdón una vez más, él por la intromisión, nosotros/yo, por el recibimiento, me dijo, ya más relajados los dos y él con una ancha sonrisa que en los años de su vida olvidaría ese momento y le creo porque a mí todavía me tiemblan las canillas cuando recuerdo tamaño episodio jajaja.
N. Angulo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsa bienvenida es de las que hacen historia!! vivan los cuerpos serranos al aire!!!! :-P en su vida se va a encontrar con otra así jajajaja
ResponderEliminarAy ay ay, descríbenos al pastor, por favor!!!
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