Siempre he dicho que no me va la demagogia ni los demagogos, así es que si esperáis leer cosas bonitas y palabras superfluas y mentirosas en estas líneas, mejor que no sigáis leyendo.
Hoy quiero hablar de las adicciones y de los adictos.
Por los únicos adictos que siento pena y tienen toda mi comprensión, es por aquellos a los que les introdujeron a la fuerza y por interés en cualquier tipo de adicción, como ya he dicho en el primer párrafo, para el resto, no tengo ni una gota de conmiseración.
Los adictos salen muy caros al Estado y me refiero a todo tipo de adictos, ludópatas, alcohólicos, drogadictos, anoréxicos, bulímicos, etc…
Tengo la edad suficiente y he visto lo necesario para que no se me coma el coco con facilidad, cuando cuatro demagogos de medio pelo quieren culpar a la Sociedad, a la cual pertenezco, de las adicciones de los demás. Yo no he puesto una pistola en el pecho a ningún adicto ni he obligado a nadie a hacer nada que no quisiera hacer.
No me vale que me cuenten y quieran convencerme de que los drogadictos salen de familias pobres o de barrios marginales. A estas alturas, sabemos que eso no es cierto.
Imagino que muchos de los que leáis estas líneas, habréis visto u oído hablar al igual que yo, de como personas perfectamente informadas de los peligros que conllevan ciertas sustancias, se metían una y otra vez rayitas de coca sin parar (por ejemplo) y diciendo la manida frase que todos conocemos “yo, controlo” y como seguían diciendo lo mismo cuando ya estaban enganchados y eran unas piltrafas.
Un adicto no se hace de la noche a la mañana, no os dejéis engañar ni manipular.
Por jugar dos días en una tragaperras no te haces ludópata.
Por meterte dos rayitas de coca, no te haces drogadicto.
Por emborracharte un día, no te vuelves alcohólico.
Por hacer dieta 15 días, no te conviertes en anoréxico o bulímico.
Para caer en una adicción se necesita constancia. Y si una persona es consciente de su constancia y no pide ayuda enseguida, está claro que quiere jugar con fuego y es muy posible que se queme, el fuego es peligroso y lo sabemos desde nuestra más tierna infancia.
Un camello puede regalar por su propio interés las dos primeras tomas de una sustancia, pero las siguientes, las compra el consumidor y si las compra es porque quiere consumir, lo tengo claro. Ese consumo reiterativo es lo que hace al futuro adicto.
No entiendo por qué tengo que sentir lástima por estas personas que han caído en una adicción conscientemente, por mucho que posteriormente sean tratados como enfermos, pero sobretodo no entiendo porque tengo que pagar con mis impuestos sus tratamientos y que luego en el reparto, no quede suficiente dinero para ayudar al que verdaderamente lo necesita, la persona que ha tenido la mala suerte de desarrollar una enfermedad que no pidió ni deseó en este reparto tan injusto que tiene la vida.
Hay enfermos, que si necesitan nuestra ayuda y nuestro dinero, pero resulta que la Seguridad Social no subvenciona ciertos tratamientos porque ya no les queda dinero, ya que primero, decidieron ayudar a los adictos a desengancharse.
No siento ninguna pena por personas que a sabiendas se han ido convirtiendo en adictos ya sea porque se drogan, beben, juegan, dejan de comer o vomitan, conscientes de lo que hacen y sin que nadie les haya obligado a hacerlo, todo por alcanzar un nirvana que no existe nada más que en sus sueños.
Ni siento ninguna lástima porque han destruido hogares, arruinado familias y perdido amigos en el camino hacia su adicción.
…Y ¿por qué mejor no sueñan? Sería mejor para ellos y desde luego mucho más barato para el Estado.
N. Angulo
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