Me llamo E… y hace días me han dado la peor noticia que un ser humano puede recibir.
Tengo una enfermedad incurable, degenerativa y el tiempo hará que poco a poco, deje de ser la persona que soy, tras el primer, “shock” he tomado una decisión. Suicidio asistido.
La mayoría de las personas piensan que las gentes que se suicidan son unas cobardes, es este un pensamiento manido y manipulador puesto en circulación por el Estado, en nombre de las religiones o de cualquier otra disculpa barata e incierta, para evitar que la persona que lo deseé acabe con su vida. También puede ser miedo a quedarse sin población después de ver la mierda en la que se ha convertido este planeta, pero no quiero divagar, mi vida es mía y yo decido y ni el Estado ni nadie impedirá que haga lo que creo justo y conveniente y es acabar con mi sufrimiento y el de mi querida familia.
He buscado por Internet (maravilla de invento) todo lo que necesito saber sobre el suicidio asistido, he encontrado la Clínica Dignitas ubicada en Zurich., he preguntado precios y todo tipo de información que necesito para finalizar con mi vida.
También he hablado con mi familia y les he explicado mis argumentos, mis razones, les he dicho, que esta decisión es un derecho que tenemos todos los seres humanos y que se nos está negando por cuestiones filosóficas y religiosas. El derecho a una muerte digna es tan importante como el derecho a la salud y el derecho a vivir con dignidad, cosa que debido a mi enfermedad a mí ese derecho me está vedado.
Hoy emprendo el viaje, mi último viaje, no quiero que me acompañe nadie, ya nos hemos despedido como yo quería con una gran fiesta, parientes amigos y mi maravillosa familia, mi hombre y mis tres hijos.
Se que otras personas han viajado con su familia y les han mirado al morir, yo no quiero eso para mis hijos ni para el hombre que me ha hecho tan feliz, quiero que vivan esto como una transición como un sueño y que lo que sueñen sea, que me he ido a disfrutar de unas largas y merecidas vacaciones. Es una manera de distraer al cerebro y al tiempo. Tampoco les he dicho cuando me voy porque no quiero lágrimas ni que, en el último momento me fallen las fuerzas para irme, mejor así.
Espero que pronto la sociedad deje de ser tan hipócrita y que con el tiempo, se permita a los hombres decidir sobre su muerte…
N. Angulo
El derecho a la muerte debería tener la misma imprtancia jurídica que el derecho a la vida.
ResponderEliminarViendo la decisión que has tomado a la hora de tu muerte, creo que debes haber vivido una vida plena puesto que la valentía forma parte de tu concepto de vida. No te voy a decir que me parezca bien tu muerte, pero sí que tengas derecho a decidir sobre cómo quieres que llegue, cúando y especialmente, aún siendo tú. Las enfermedades degenerativas tienen la mala leche de llevarse todo lo que nos conforma, para convertirnos en un amasijo de piel y huesos que ya no decide nada. La mejor de las suertes, el mejor de los viajes. Un abrazo.
ResponderEliminarEs cuestión de valentía!
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