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lunes, 20 de septiembre de 2010

Qué vuelvan los cachetes




Quiero reflexionar una vez más sobre un tema, quizás un poco trillado y es el de la educación.

Me harta un poco la facilidad que tienen algunas personas de etiquetar enseguida, además parece que tienen una especie de resorte en el cerebro (en caso de que tengan cerebro) y cada vez que oyen ciertas palabras, el resorte salta y etiqueta.

Un buen día, como por ensalmo se perdió en España la costumbre de atizar un manotazo (golpe dado con la mano) de advertencia a un niño, un uso que estaba bien, porque sin llegar a pegar o maltratar a la criatura, de algún modo, al recibir dicho manotazo, él tomaba nota de que algo estaba haciendo mal y se le estaba avisando para que cambiase de actitud.

Aparte de desaparecer esta bendita costumbre, de la cual soy convencida defensora, a alguien se le encendió un día la “bombilla”, dio una vuelta de tuerca y lo que era una mera advertencia, lo convirtió en “maltrato”.

Hay una diferencia abismal entre el maltrato y el cachete (golpe que se da en la cabeza o en la cara con la palma de la mano) a modo de advertencia o aviso y sin que haya ensañamiento ni daños permanentes, como no sea una simple molestia pasajera en el sitio afectado por dicho golpe.

Se entiende el maltrato hacia una persona, cuando se lastima o causa daño reiteradamente y sin justificación alguna y este comportamiento adquiere visos de costumbre y ensañamiento.

Obviamente si un niño se está portando mal y uno de sus progenitores le avisa y le vuelve a avisar y la criaturita hace caso omiso, es normal y hasta sano diría yo, que se le atice un golpecito sin importancia en el culo y no me vengan con el cuento del “trauma” porque me cansa la canción.

Hay generaciones y más generaciones (yo pertenezco a una) que fueron educadas con algún que otro cachete y no conozco a ningún traumatizado, por ende, conozco a muchísimos niños, ahora adultos, que han crecido sin límites y sin recibir una bofetada a tiempo y como consecuencia de esto, el trauma lo están causando ellos a terceras personas con su comportamiento irresponsable, a veces delictivo y siempre egoísta.

El mundo se mueve por modas y sobre todo por manipulaciones, además no hay término medio, les puedo asegurar sin miedo a equivocarme que entre ser permisibles o maltratar a un niño, va un abismo, este abismo se llama “azote” (4. m. Golpe dado en las nalgas con la mano)

También han desaparecido los castigos, es más, no solo en casa, también los papas impiden que al niño se le castigue en el colegio o se le pongan límites… ¡ay, pobre criatura, que se me traumatiza!

Quiero mostrar la diferencia que existe entre un castigo pequeño, simple y aleccionador, como por ejemplo: Impedir que el niño haga durante unos días algo que le guste mucho.

Por supuesto para conseguir el efecto deseado no hay que levantar el castigo hasta que el niño cambie de actitud. Esto no traumatiza al niño, por mucho que se empeñen algunos, y el crío a su vez aprende la lección, sabe que si no obedece y se comporta de un modo incorrecto, se le castigará, sabrá que en el mundo hay limitaciones y no siempre se puede salir con la suya.

Tu hijo no es el Máster del Universo ni vive solo

Enseñar a un hijo a tener valores, educación y respeto, no es sinónimo de fascismo, (que no salte el resorte), se trata de que aprenda a vivir en SOCIEDAD.

¿Tan difícil es?


Nieves Angulo

1 comentario:

  1. Coincido contigo. Estoy aburrido de lo socialmente correcto y de las boberías. Se nos está yendo de las manos

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