Han pasado muchos años desde que mis padres se divorciaron, ya soy adulta y hoy siento la necesidad de escribirles esta carta, siento la necesidad de decirles el daño que me hicieron, sobretodo mi madre, con la que crecí.
No me hizo daño su divorcio… bueno, un poco…lo que realmente me dañó y además de manera permanente e irreversible, fue la manipulación, como jugó con mis sentimientos infantiles.
Padres:
Quiero daros las gracias, por hacer de mi infancia un infierno, de mi adolescencia una confusión.
Tú mamá, te pasaste media vida hablándome mal de papá, no es buen hombre, no me pasa suficiente dinero, no tengo ni para comprarte zapatos, no te quiere, es un egoísta…etc…etc…etc…
Hoy que soy adulta y puedo mirar el pasado de una manera equilibrada, fría y sobretodo con más objetividad, lo que no te perdono mamá, es que por tu frustración al ser abandonada, me hicieses a mí cómplice de tus demonios y de tu rencor hacia papá.
Cuando me hablabas así de él, hacías que le odiase, que le creyese un mal padre y peor persona, cuando la realidad y el pecado que pudo cometer papá, fue el de enamorarse de otra mujer y pedirte el divorcio.
A partir de entonces comenzaste una batalla sin cuartel y me utilizaste como arma arrojadiza.
Toda la culpa no la tienes tú mamá, la tienen estas malditas leyes que los jueces interpretan a su libre albedrío y que como son personas, no siempre las aplican con inteligencia.
Ahora en mi edad adulta, veo que lo mejor, lo más inteligente que podía haber hecho el juez, era ordenar una custodia compartida, seis meses con cada uno, hubiese sido lo mejor.
No entiendo bien por qué el juez pensó que yo estaría mejor contigo mamá y no con papá, no entiendo por qué si eras joven, no trabajabas y vivías a costa de lo que pagaba papá para MI manutención y no para la tuya.
Tú mamá, cada día querías más dinero, cada día exigías más, presionabas más y no precisamente por mi bien, sino por el tuyo.
No renunciaste al gimnasio, ni a tu ropa cara y de firma, sin embargo a mí, me comprabas todo, absolutamente todo en rebajas, me equipabas para todo el semestre y decías que era lo mejor, porque crecía muy deprisa, solamente llevé prendas sin rebajar cuando me las regalaba papá por mi cumpleaños, por haber aprobado un examen o cosas similares.
Con este comportamiento, aprendí a conocerte y fui testigo de cómo te convertiste en una mujer egoísta y frustrada, yo por mi parte dejé de quererte cada día un poco.
A ti papá, te doy las gracias por hacer de mí una manipuladora y chantajista, yo era una niña y me hice adolescente recibiendo costosos regalos y mientras me los entregabas no me decías que me los regalabas por amor, sino como premio a algo….haber aprobado, no enfadarme porque me fallaste el fin de semana que te tocaba verme…etc… así es que aprendí la lección y me convertí en una egoísta, no lloraba delante de ti, pero te exigía un bonito y costoso regalo que la mayoría de las veces no necesitaba para nada y pocas veces utilicé, de hecho, todavía conservo una caja en el trastero de mi casa con algunos regalos tuyos, de la que me desharé en el momento que termine esta carta.
Tú papá, rehiciste tu vida con otra mujer, tuviste otra familia y poco a poco te fuiste olvidando de mí, fuiste espaciando las visitas, fuiste olvidando los gestos de amor…en fin, me fuiste olvidando, yo por mi parte dejé de quererte cada día un poco.
Me fui haciendo adulta sola y sola tuve que luchar contra mis rencores, contra el desamor que iba sintiendo por ambos “por mis padres” .
Por suerte para mí y mi salud mental, esto es agua pasada, con esta carta finiquito cualquier lazo afectivo que pudiera tener con vosotros.
No os debo nada, cumplisteis con vuestra obligación de padres al vestirme, alimentarme y costear mi educación.
Vosotros en cambio si me debéis algo, deberíais pedirme perdón y excusaros por hacer que no crea en el amor y que mis relaciones fracasen una detrás de otra.
No os equivoquéis, ya no os odio, tampoco os guardo rencor, simplemente me sois indiferentes y al fin puedo vivir la vida sin lastres.
N. Angulo
Este post es fruto de mi imaginación, mis padres siguen casados después de 60 años.
Pero penosamente esta historia puede ser más real de lo que parece.
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