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lunes, 29 de junio de 2009

Necesito un poco de suerte


He nacido en Sierra Leona, conseguimos la independencia en el año 1961 me contó mi abuela. Antes de eso hay mucha historia, hace más de un siglo estuvimos fusionados con Gambia y la Costa de Oro, hoy llamada Ghana, hay mucha más historia que procuro recordar para no dormirme, para estar espabilado y seguir huyendo.


En Abril de 1992 hubo un golpe de estado, en 1996 derrocaron ese gobierno porque favorecía más a unos grupos étnicos que a otros, luego hubo elecciones, pero en 1997 me contó mi abuela hubo otro golpe de estado y ¡¡¡¡aghhh que sueño!!...


Oigo voces, pisadas y carreras, algunas carcajadas y….. ¡¡uff!!, me despierto sudando y con el corazón a mil, otra pesadilla, otro día sin apenas dormir, estoy agotado.


Me dijo mi abuela que mejor correr de noche y esconderme para dormir de día.


He perdido el dibujo que me hizo madre para llegar a las minas, pero me acuerdo todavía de cómo leer las estrellas, ellas me dirigen.


Que cansado estoy y que sueño tengo, sé que debería dormir cuando encuentro una aldea abandonada o algún hueco o peñasco en el camino, pero tengo pesadillas. Oigo los pasos de “ellos” cuando se acercan a la aldea, oigo las risas de “ellos” cuando consiguen una presa; oigo los gritos de terror y espanto de las mujeres y niñas a las que “ellos” violan, mutilan y por fin, por suerte para ellas, matan; oigo los aullidos que dan mis, hasta hace unos días vecinos y amigos, cuando les torturan para obligarles a matar a las personas de su alrededor empezando por sus familiares y si se niegan les ponen la pistola en la boca o la sien y les dan un tiro, no sin antes torturarte delante de los demás para convencerte, para que les sigas, para que seas como ellos, si no logran disuadirte te mutilan y luego te matan, pero hacen que sean las “nuevas presas” quienes te den muerte, es la prueba de fuego, luego, más tarde, mucho más tarde, lo celebran, risas de júbilo, comida, bebida, droga y violar a las dos o tres muchachas que han dejado vivas para tal ocasión, después también las dan muerte, quizás demasiado tarde.


Esto que cuento lo he vivido, lo he visto escondido en un lugar secreto que construyó mi padre hace años, yo todavía era un niño y me escondían ahí para evitar que se me llevasen, ese lugar salvó mi vida pero no la de mi familia. Ahora ya tengo 11 años y voy en busca de mi libertad, existen hombres que te salvan de ser un niño soldado. Tengo que llegar a Kono, a las minas, dicen que ahí hay soldados de la ONU, pero cuesta llegar, cuesta mucho.


Si no llego, estoy preparado, tengo un machete que le quité a un aldeano, ya no lo necesitaba, le mataron por viejo, no corta muy bien porque está muy usado, lo utilizaba para cortar malas hierbas y como herramienta en general.


Así es que si me cogen me mataré, pero antes quiero tener el valor para llevarme a unos cuantos cafres por delante, solo necesito un poco de suerte.


N. Angulo

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