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viernes, 25 de septiembre de 2009

TODAVIA SOY YO




Hace tres días me han dado la noticia, mi familia no lo sabe, hoy se enterarán, esta mañana les he dicho que no queden con nadie y que estén aquí para cenar juntos.

He preparado una cena un poco atípica, un menú largo y estrecho, procurando hacer platos que sé que les gustan a cada uno de ellos.

Luego en la sobremesa, como es viernes podemos hacerla ya que mañana no tienen que madrugar, les contaré y les hablaré sobre proyectos a largo o corto plazo, ¿quién sabe?

He tenido tres días, para pensar, para digerir, para organizar y para escribir antes de que sea demasiado tarde y tomar mi decisión.

Me han diagnosticado Alzheimer, no sé como puede ser, como esta enfermedad se ha colado en mi vida, en mi cabeza. Soy una mujer con un buen nivel cultural, activa tanto física como intelectualmente, lectora infatigable, no sé…no sé…¿por qué a mí?

La cena ha sido un éxito, hemos comido, bromeado sobre el tiempo que hacía que no estábamos juntos y al final mi hijo mayor ha dicho. – Bueno, ¿qué celebramos?

Les he entregado una carta o documento para que lo lean cada uno de los miembros de mi familia porque sus opiniones son importantes para mi, aunque eso no hará que yo cambie la mía.

Después de leer, hemos preparado copas para todos, somos adultos y no grandes bebedores pero creo honradamente que todos necesitábamos tener una copa en la mano esta noche.

Ha habido, lloros, gritos, enfados, interrogantes e incertidumbre y muchos, muchos abrazos, ahora es el momento de que me escuchen.

Les he dicho que quiero su aprobación pero que mi decisión es irrevocable ya que la tomo con plenas facultades mentales, y necesito que ante un notario se firme dicho documento, es un Testamento Vital.

He tenido tres largos días para informarme y sé que existe una Ley de Autonomía del paciente 41/2002 y de acuerdo con esa legislación he redactado el Testamento Vital y he dado instrucciones para que no se prolongue mi vida, mi sufrimiento ni el de mi familia cuando llegué el momento.

Hay otra forma de hacerlo y es viajando a Suiza a la Clínica Dignitas donde actúan desde 1998 su lema es “Vive con dignidad, muere con dignidad”, también es mi lema, así que ahora solo hay que elegir entre todos cómo lo hacemos.

Yo prefiero la segunda opción y voy a intentar convencerles de que sería la mejor, ahora que puedo, haría un viaje con mis seres amados hacia el más allá y mi muerte acontecería mediante la técnica del suicidio asistido.

Snow

P.D. Este relato es fruto de mi imaginación, simplemente lo he escrito en primera persona.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Me perece muy interesante por lo bien que lo haces ;) y porque es una enfermedad muy común y muy jodid...

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