Trece años dan para mucho, conoces a muchas personas, unas se quedan en tu vida, se convierten en amigas y otras pasan simplemente por ella, pero todas y cada una de estas personas contribuyen en mayor o menor medida a que conozcas, ames o aborrezcas la ciudad de La Coruña.
En estos años he sabido lo que era vivir por primera vez una noche de San Juan y saltar sus hogueras, pedir deseos, coger agua en una palangana y dejarla al sereno con flores silvestres para al día siguiente lavarte con ella, dicen que purifica.
Por primera vez pude ver comer de segundo plato unos macarrones. Comer cocido gallego pero sin sopa de primer plato, esta se reserva para otros días, según me contaron, es costumbre ancestral comer el plato consistente de primero, para que si mueres repentinamente o tienes una desgracia, estés bien alimentado, puede ser verdad o simplemente un bulo.También oí por primera vez que unas lentejas con chorizo, tocino etc…vaya, cocinadas con consistencia, era un plato de régimen porque lo consideran verdura al igual que la ensaladilla rusa, - ¡come, come, que esto no engorda es de régimen, es verdura!!!-, me decían en el restaurante donde comía a diario mientras buscaba piso.
Me costó acostumbrarme, echaba de menos mi dieta variada, mis guisos sin grasas y que eran un primer plato en mi casa, en La Coruña rara vez te ponían de primero una sopa, unas legumbres o una verdura. Había menús que para mi en aquellos días resultaban extraños, me lo siguen pareciendo pero me he hecho a ellos después de tantos años por estas tierras; tortilla española de primero y de segundo macarrones con carne o parrochitas (pescado) de primero y de segundo lentejas con chorizo y tocino…en fin…menús muy raros para mis entendederas y a los que poco a poco me fui acostumbrando y dejaron de parecerme extraños, sobretodo porque si no pasabas mucha hambre jajajaja.
Hablando de alimentación, uno de los primeros sitios que conocí, se llamaba y se llama el Emporio del Sanwichs, allí probé los sándwiches más deliciosos que he tenido el gusto de comer, eran calientes, hechos a la plancha y grandes, muy grandes, existía un problema, tenías que ir sin hambre, como fueses famélico te agarrabas unos cabreos de no te menees, era un negocio familiar, lo llevaban padre, tías, esposa, hijos, todos muy bien organizados, se ponían en cadena de espaldas al público y uno untaba el pan con mantequilla, otro le ponía unos ingredientes, otro le ponía otros ingredientes y por fin el padre introducía el sanwich en la plancha, el inconveniente era la tardanza, ya que, el Emporio era un local grande que admitía muchos comensales, sin embargo la plancha era pequeña, tamaño casero, así es que iban elaborando un sanwich por vez, he llegado a esperar por un sanwichs 40 minutos o más, un desastre, sin embargo y paradójicamente, aunque son lentos en servirte, no se puede aparcar y algunas cosillas más, la gente se parte el morro por ir al Emporio, misterios de La Coruña.
Como llegué a vivir cerca, mi primer piso estaba en el portal de al lado del Emporio, pude ser testigo de su organización, todas las mañanas les veía cargados con unos recipientes, tipo tupperware, que contenían rodajas de tomate finamente cortadas, embutidos, cebollas etc…todo inmaculadamente limpio y primorosamente cortado, colocaban los tupper en fila y ellos delante y así empezaba su cadena de trabajo, me recordaban a los siete enanitos de Blancanieves y me preguntaba una y otra vez ¿cómo era posible la tardanza cuando tenían todo tan bien organizado?
Por la época en que fui clienta ponían en televisión una serie española famosa, no sé cual era porque no soy seguidora de estas series, pero recuerdo que era muy vista, que no se te ocurriese ir a tomarte un sanwichs el día que ponían la seria porque no te atendían o tardaban más de lo habitual, ahí les veías, todos mirando la tele con la boca abierta y tú con hambre y llamándoles para que te atendieran, surrealista.
Hablando de surrealismo, también ahí tuve una experiencia inolvidable, de esas que si hubiese tenido nietos, me deleitaría en contarles. Un medio día, fui con una amiga a comer allí, estábamos solas, ellos cuando hacían negocio era por la noche, bueno, estamos ya sentadas y vienen a preguntarnos por la bebida, mi amiga pide una caña y yo una clara, cara de interrogación por parte de la hermana del dueño, la explico que es una cerveza con un poco de limón, se va, pasan los minutos, pasan más minutos y no vienen con las bebidas, a todo esto como ya he contado antes estábamos solas, vienen con las bebidas y…. cerveza para mi amiga y para mi, una caña de cerveza depositada en un platillo con una rodaja de limón en un lateral ¿¿¿¿????, me ahorro comentarios.
Presiento que me voy a enrollar más de lo debido y no quiero aburriros, así es que dejo más cosas para otro capítulo.
N. Angulo
Qué sorpresa esta serie sobre vuestra vida en Coruña. Presiento que voy a disfrutarla casi tanto como tú.
ResponderEliminarLo que dices de las comidas aún es cierto con la gente mayor. Supongo que son costumbres que perduran de cuando el trabajo en el campo o en el mar era duro y se madrugaba muchísimo. Para mí unas lentejas (y lo del tocino me sobra) son plato único.
Por cierto, conozco el Emporio del Sanwich, aunque hace años que no entro. De hecho no vivo muy lejos.