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martes, 3 de agosto de 2010

EN LA CORUÑA (3)


Mi compañero de fatigas llegó a La Coruña unos ocho o nueve meses antes que yo para dedicarse a la apertura del negocio que iba a ser nuestro medio de vida en un futuro inmediato.

Yo tenía compromisos laborales en Madrid, cerrar dos exposiciones de pintura y terminar el último curso de clases de arte que impartía por aquél entonces en un Centro Cultural de Madrid.

Mi chico no tuvo tiempo de buscar piso, así es que vivía en una habitación de alquiler en casa de Sabina, con derecho a que le limpiasen la habitación y le hiciesen las coladas y plancha.

Mis primeros tiempos en La Coruña transcurrieron entre la búsqueda de un piso de alquiler para vivir, ya que yo vivía en otra habitación en la casa de Sabina, que por cierto en el momento que pudo nos puso juntos en otra habitación, ¡gracias Sabina!. Bueno decía que transcurrieron esos días entre búsqueda de piso, trabajar en nuestra empresa y buscar también mi futuro como pintora y profesora de arte.

Fueron tiempos muy ajetreados pero llenos de esperanza y donde conocí a los que serían mis primeros amigos en La Coruña, gracias a
Airtel, ahora llamada Vodafone, porque todos teníamos en común el ser agentes de dicha marca de telefonía móvil.

Todos éramos jóvenes empresarios y primerizos en estos andurriales con lo cual hicimos campañas de publicidad originales y divertidas para abrir mercado en la telefonía móvil que por aquél entonces empezaba a funciones en este país.


De esta experiencia todavía conservo amigos, a unos les veo más y les quiero más y a otros les veo menos, pero ahí están la mayoría.

Nuestros mejores clientes de Airtel fueron sin duda las putas de los clubs de alterne que visitaba mi chico con Santi (este se merece capítulo aparte) y los dueños de los garitos, pagaban en metálico y puntualmente y buenas cantidades puesto que la mayoría de sus llamadas eran al extranjero, otros buenos clientes fueron los primeros Senegaleses que empezaron a vivir por La Coruña todos pertenecientes al clan Mamadou, también eran buenos pagadores sin duda, entrañables y buena gente, muchas risas con ellos para recordar.

También fue buen cliente nuestro, Pepe el Cubano... jajajaja, no puedo evitar las risas cuando recuerdo a Pepe, buena gente y divertido, hacía unos chanchullos tremendos pero honrados para ganarse unas pelillas, ciertamente se las ganaba, tenía un barecito pequeño que se llamaba Cohiba (como los puros cubanos), cerca de mi casa, allí probé mi primer mojito, del que sigo siendo una gran fan y me enseñaron a bailar al ritmo siempre trepidante y caliente de Cuba, ¡¡¡ayyy ese son papito!!!, bueno intentaron enseñarme, pero yo soy más de rock, soul, blues y mi cuerpo se quedaba un tanto tenso entre los brazos fornidos de Pepe y sus boys jajajaja, algo quedó de todas formas, también recuerdo con mucha alegría a esos negrazos guaperas, bailando al son cubano con una tías que parecían de trapo, por cierto, uno de los grandes misterios de este mundo para mi es, ¿cómo podían en un bar tan pequeño bailar y además hacerlo bien?, me imagino que con ganas y paciencia jajajaja...

Mis últimas noticias de Pepe es que está feliz en Miami, me alegro papito.

Y aquí lo dejo de momento, parece mentira que lo que empezó como uno de mis “post”, al final se convierta en un coleccionable por capítulos.

N. Angulo

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