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miércoles, 11 de agosto de 2010

EN LA CORUÑA (11)


Durante nuestra estancia en el hospital (dos largos meses), dejando los dolores aparte, al estar siempre en agradable compañía y el personal médico que era fantástico, se nos pudo pasar el tiempo más o menos de manera llevadera.


Llegó el día en que mi traumatólogo me mandó ponerme en pie antes de la siguiente fase que era la silla de ruedas, recuerdo el vértigo que me dio, para desaparecer inmediatamente con una emoción que me es difícil explicar, a partir de ese día mis amigos me sacaban de la habitación en la silla de ruedas para dar paseos por el hospital, el primer día que dejé la habitación lloré como una niña de la emoción.


A los dos meses justos de sufrir el accidente de coche, nos dieron el alta del hospital, nos mandaban a casa.


Angel se dejó barba, así es que lo primero que hizo cuando le dieron el alta hospitalaria fue apoyarse en sus muletas e irse a una peluquería a cortarse el pelo y afeitarse la barba. Cuando llegó a casa, le vi venir desde la ventana del salón sentada en mi silla de ruedas, por aquellos días era mi entretenimiento, mirar por la ventana y leer más, muchos más de lo que leo habitualmente, pues eso, que le vi aproximarse al portal sin poder evitar un nudo en la garganta de verle tan cojito, estoy acostumbrada a verme cojear yo, pero el ver a Angel me hacía daño en el corazón, nos dimos un besito de bienvenida y me señaló un bulto bastante grueso que tenía en el cuello, cerca del oído izquierdo, decidimos que al día siguiente fuese al médico.


Nuestro médico de cabecera le miró le palpó e inmediatamente le hizo un volante de urgencias, vuelvo a abreviar para no caer en la morbosidad, pruebas, intervención quirúrgica, biopsia y detección de cáncer linfático, solo pude acompañarle al diagnóstico y porque me puse borrica. El médico al ver el panorama no sabía como darnos la noticia, Angel con muletas, yo en silla de ruedas y mirándole con una cara de ansiedad que para qué. Nos dio la noticia y nos sugirió tratamientos, nos decidimos por la quimioterapia aconsejados por el doctor, nos dijo que era un tipo de cáncer que mejor hacer un tratamiento fuerte y de choque para evitar sustos posteriores.


También ese año me diagnosticaron fibromialgia, esta enfermedad llamada "fantasma" porque existe, pero nadie la ve o quiere reconocerla como tal.


Creo que el año 1997 fue un año que merece la pena saltar de los recuerdos.


En las fiestas de ese año Angel brindó con coca-cola en vez de hacerlo con cava y además le ayudaba a superar las nauseas de la quimioterapia.


Hay mucha gente que me pregunta cuál es el secreto para mantener una pareja más de 30 años. Yo no tengo ningún secreto ni truco especial, como no sea, la admiración tan profunda que siento por mi compañero, por su fuerza, su empuje y su vitalidad.


No faltó al trabajo ni desatendió nuestro negocio nunca, el día que tenía sesión de quimio, se echaba en la cama con unas cuantas mantas, vomitaba y a las dos o tres horas se arreglaba para irse a trabajar, el negocio sigue funcionando y de el vivimos.


Pasaron los meses y en la primavera de 1998 decidimos ampliar nuestro negocio y compramos una academia, impartíamos idiomas, informática, recuperación (aquí en Galicia se llaman pasantías) preparábamos oposiciones etc.. dejamos la telefonía móvil porque dejó de ser negocio para los agentes, pero seguimos con ofimática en general.


Tuve que aprender informática más allá de nivel usuario ya que yo también impartía clases de informática, cuando lo pienso no puedo evitar una ligera sonrisa, yo, pintora, escultora, escritora a ratos, imaginativa y anarquista jajajaja, dando clases de informática jajajaja, pero me hice experta en la tercera edad, llamaba a los abueletes mis niños y nos lo pasábamos genial.


Como no teníamos coche porque le dieron como siniestro total y tampoco después vimos la necesidad de comprar otro, nuestros amigos nos recogían en casa y nos llevaban a sitios maravillosos para seguir conociendo La Coruña y alrededores, de vez en cuando me llevaban a los Faros de Mera para ver mis maravillosas puestas de sol.


Y siguieron pasando los años y mi vida en La Coruña.


N. Angulo

2 comentarios:

  1. Desde luego el 1997 fue horrible y francamente no sacamos nada en limpio. Solo un mal año cargado de malos rollos. Se superó, sí. Pero lo que dejamos en el camino ahí quedó. Nos levantamos y seguimos. Y aquí estamos otra vez, pero lo perdido, perdido está. Si bien es cierto que descubrimos una gente a nuestro alrededor maravillosa que nos ayudaron enormemente a pasar esa crisis. ¡Menos mal!

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  2. Ahora los admiro más, a los dos. Soportar tanto dolor engrandece el alma. Cuidense mucho.

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