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jueves, 12 de agosto de 2010

EN LA CORUÑA (12)


Al ampliar la empresa y darle un nuevo giro, también vino cambio de local, el primero estaba en una calle céntrica de La Coruña, estrecha y en cuesta, donde no se podía aparcar, así es que la gente dejaba los coches en doble fila, al ser un local bajo los viandantes tenían la costumbre de pasar a verme y sentarse un rato a hablar conmigo, extraños los gallegos en ese sentido, me contaban sus intimidades sin ningún rubor, problemas con sus hijos, con sus padres, sexuales, adictivos, dinero etc, pero de lo que nunca hablaban (yo tampoco preguntaba) es de “bienes terrenos”, de hecho a estas alturas estoy perfectamente informada de la vida y milagros de mucha gente conocida y también anónima (que pasaba por ahí) pero ignoro cuántos pisos tienen en propiedad, locales, terrenos, herencias recibidas o por recibir, en eso el gallego es muy suyo jajajaja.


El nuevo local estaba y está en una de las calles más comerciales de La Coruña en un segundo piso. Le comenté a Angel que por lo menos tendríamos la certeza de que la persona que subiese los dos tramos de escaleras andando (no hay ascensor) sería un cliente o alumno, que ya no subiría nadie a charlar y me cundiría más el trabajo, cuando una persona necesita hablar, habla y no piensa que el que está enfrente, como era mi caso, está trabajando.


Pensaba que dejaría atrás mi faceta de terapeuta, pero no fue así, en vez de personas anónimas, esta vez se sentaban enfrente de mi, madres de alumnos, alumnos y posibles clientes... y yo les escuchaba. Por otro lado pienso, que hay muchas personas que no encuentran con quién desahogarse, que necesitan hablar y que alguien las escuche, así es que si el escucharlas sirvió en algo a estas personas, me doy por satisfecha.


Tuve clientes y alumnos de todo tipo y muchísimas anécdotas, pero como siempre escaso tiempo para hablar de todo y de todos.


Entre mis clientes había jugadores del “depor”, he de confesar que no me gusta el fútbol así es que desconozco los nombre de los jugadores de casi todos los clubes, lógicamente como estoy en este mundo oigo hablar o me sé los nombres de los más famosos, al fin y al cabo salen muchísimo en la prensa y no precisamente por sus hazañas en el campo de juego.


La mayoría de las veces estaba yo sola en el trabajo, así es que solía tener la puerta de arriba cerrada. Un día llaman, me alzo para alcanzar a ver por la mirilla y veo a un hombre con unas trazas de poco fiar, ya sé, ya sé que no hay que juzgar a las personas por el exterior, pero cuando se tiene un negocio no se piensa lo mismo, el caso es que decidí apartarme de la puerta con gran sigilo y no abrir. Vuelve a sonar el timbre y yo sorda perdida hasta que se marchó.


Más tarde, cuando ya estaba la academia a pleno rendimiento volvió a sonar el timbre y esta vez abrí sin mirar, ya no estaba sola, en la puerta estaba el mismo hombre mal encarado de antes, esta vez acompañado de una rubia despampanante, les hago pasar y sentarse enfrente de mí, les pregunto qué desean y él me dice que quiere dar un aviso para que le miremos el ordenador en su domicilio y comprar un portátil, tomo un impreso de aviso y le pregunto el nombre y la dirección, se miran ella y él con una ancha sonrisa y cara de interrogación y él me dice – soy Valerón – pregunto - ¿apellido o nombre?, él, de nuevo sonriendo y levantando la voz – es que soy Valerón -, oigo movimiento de sillas en el aula de al lado y sale una de las profesoras con cara de éxtasis.


– Nieves, perdona, ¿puedo saludar a Valerón y pedir que firme unos autógrafos a los alumnos que les tengo revueltos?, - miré a la parejita y le dije a él,- no sé quién es usted, pero si luego quiere firmar a los alumnos se lo agradeceré -.


Me sacaron de mi ignorancia inmediatamente y me dijeron que era un jugador del Depor de La Coruña. Ese día mis alumnos se llevaron a casa unos autógrafos de Valerón y por supuesto algo para contar a sus amigos.


No fue el único jugador del Depor que tuve de cliente y he de decir que la mayoría tenían la misma pinta de delincuentes (con perdón) que Valerón, eso si, todos acompañados de una pibas de tres pares de …narices.


Uno de mis alumnos favoritos y más queridos era S…, le trajeron sus padres al borde de la desesperación porque no admitían a su hijo en ninguna academia en verano y no sabían que hacer con él, el colegio estaba cerrado por vacaciones estivales y ellos trabajaban.


S… tenía de todo, era torpe andando, se tropezaba con sus propios pies, hablaba mucho y atropelladamente, teníamos que tener cuidado de que no cayera por las escaleras porque las bajaba deprisa y atolondradamente, le llevaban a un colegio “especial” . No obstante sus padres no tenían un diagnóstico claro ni firme sobre sus enfermedades, solo les dijeron que era “hiperactivo”, os puedo asegurar que si, que a lo mejor lo era, pero no era lo único que tenía.


Estuvo con nosotros algunos años y estudió de todo, informática, inglés, recuperación, llegó a venir a clase hasta los sábados.


Era un chaval inteligentísimo, en algunas cosas hasta “superdotado”, pero lo que no le interesaba, pues eso, no le interesaba jajajaja.


También se animó su hermana V… así es que los dos fueron alumnos en la academia.


Yo observaba a S… debo confesaros que uno de los mayores placeres que tengo en mi vida es observar a las personas, me encanta estudiar a los seres humanos, gestos, reacciones, es apasionante, es mi debilidad y no os podeis imaginar lo que se aprende.


Un día leyendo una revista que me mandaba todos los meses la Asociación de discapacitados AFIM, de la cual era delegada en La Coruña, leo un artículo sobre una enfermedad muy rara llamada Síndrome de Asperger, esta enfermedad hace muchos años se confundía o la diagnosticaban como Autismo, pero aunque tiene similitudes no es la misma enfermedad, tiene muchas diferencias, según iba leyendo el artículo más veía reflejada la personalidad de S... parecía que le describían a él.


Llamé por teléfono a la madre de S… y la dije que viniese a hablar conmigo, ya en el despacho la enseñé el artículo para que lo leyese, al terminar, con lágrimas en los ojos me dijo: - Nieves, describen a S… -, mi contestación fue que por eso la había llamado.


A los pocos días pidió cita con un médico bastante ilustre de La Coruña y al poco tiempo tenía el diagnóstico de la enfermedad de su hijo, Síndrome de Asperger y un tratamiento.


S… lleva una vida bastante común, ha ido a la universidad, ha terminado dos carreras que le gustaban.


Llevo un tiempo sin saber de la familia, pero mis últimas noticias es que estaban todos de maravilla incluido por supuesto S… ¡Felicidades a todos que os lo merecéis queridos!!


Seguí ejerciendo de “oidora oficial” en la academia, cambié personas anónimas por madres de alumnos y de esas charlas han surgido amistades maravillosas y recuerdos infinitos, también han colaborado a mi crecimiento personal.




N. Angulo

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