Pues he decidido que hoy es el día ideal para terminar este pequeño repaso de mi vida en La Coruña.
Trece han sido los años que he vivido en estas tierras, hoy es día trece y quiero que sean trece los capítulos.
En los trece años vividos en La Coruña me han ocurrido más cosas que en toda mi vida anterior, lo cual me ha proporcionado vivencias, conocimientos y experiencias, unas dignas de conservar en el recuerdo y en mi corazón y otras por el contrario apartadas para el olvido absoluto.
Aquí pisé varias veces los juzgados por denuncias absurdas, los gallegos son muy propensos a llevarte a los juzgados sin previo aviso, gané todas las denuncias pero me hicieron pasar muy malos ratos, momentos también que quiero olvidar.
Aquí he tenido caídas, a las que soy propensa, de todo tipo y gravedad, en una de las últimas, me saqué el hombro derecho de su sitio y me rompí un diente, que por cierto, tuve clavado en el labio superior casi un mes porque no me hacían ni puñetero caso, me decían tanto mi médico como mi querido Angel, que el diente lo escupí cuando sangré y yo decía que no y que además tenía el labio muy hinchado, en fin cosas de galenos y de exceso de confianza por parte de mi chico. Por fin y trás insistir, mi médico me hizo caso, me mandó al especialista el cual hizo una placa de la boca y ahí estaba el "trozo de diente" que al final me sacaron pero lo tuve que llevar un mes clavado en el "morro".
Aquí no he parado de pisar hospitales y ambulatorios, que espero de verdad, no pisar con tanta asiduidad en mi vida que comienza en Alicante.
Aquí he aprendido a cocer marisco, a hacer pulpo y unas navajas a la plancha que quitan el sentidiño.
Aquí he degustado dos de mis vinos blancos favoritos San Trocado y Reboreda, fríos, fríos y ricos, ricos y he comido el mejor arroz con marisco que se pueda comer.
Aquí he disfrutado de parajes incomparables, Verdes, La Playa de Las Catedrales, Los Cañones del Sil (excursión fluvial) donde pude ver, los socalcos o bancales que se encaraman de forma inverosímil por las laderas de las riberas del Sil y que desde hace más de dos mil años sirven de asiento y abrigo a las cepas con las que se elaboran los vinos de la comarca, pueblos y aldeas perdidos y maravillosos.
Aquí he perdido grandes amigos a los que se llevó La Parca y dejaron un gran vacío en mi vida y una gran pena en mi corazón.
No he mencionado en estos recuerdos a personas que pasaron por mi vida para dejar en ella mal rollo; amigos que no lo eran y me ocasionaron pequeñas o grandes traiciones, muchas decepciones y por las que ya decidí en su día no perder ni un minuto del valioso tiempo del que disponemos en esta vida.
Por suerte, sobretodo para mi, tengo la capacidad del olvido, en mi imaginación tengo un espacio al que denomino “galería del coleccionista” y allí voy colocando a estas personas a las que no guardo rencor ni deseo mal alguno, pero que olvido de inmediato para que no me dañen más.
Por supuesto no he mencionado a todas las personas a las que quiero y que no olvidaré, ya no las veré tan a menudo pero las veré, el mundo es un pañuelo y cuando se quiere a alguien no hay kilómetros de separación.
Tampoco he contado infinidad de anécdotas y vivencias porque trece años dan para mucho, pero que no por eso han sido menos importantes o divertidas, simplemente lo que he contado es lo que ha ido fluyendo en mi mente sin esfuerzo y con libertad.
Doy las gracias a todas y cada una de las personas que han pasado por mi vida a lo largo de estos trece años porque todas y cada una de ellas me han aportado algo y me han enseñado mucho.
Me llevo en el corazón (esa gran maleta de sentimientos) gente a la que he querido y aún quiero, rincones bellísimos de esta ciudad, puestas de sol que estos ojos han tenido el placer de contemplar desde los Faros de Mera, lágrimas y risas compartidas y muchas, muchas experiencias.
Dejo en La Coruña tradiciones, costumbres, rarezas y demás asuntos porque son de ellos, a ellos y su tierra pertenecen y allí deben quedar y que no me llevo porque no las comparto.
Snow, yo también tengo “galería del coleccionista” que tú tan bien has descrito : "y allí voy colocando a estas personas a las que no guardo rencor ni deseo mal alguno, pero que olvido de inmediato para que no me dañen más."
ResponderEliminarCreo que no soy de los que perdono, pero olvido (mecachis qué mala cabeza tengo!) pero sólo para mi galería del coleccionista.
;-)