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viernes, 20 de agosto de 2010

CALLE FERMIN CABALLERO



En la calle Carare vivimos más o menos cinco años y dieron para mucho, añadiré que nuestros visitantes inoportunos entendieron nuestra postura y como pusimos teléfono antes de pasar por casa nos llamaban, la sangre no llegó al río.

Angel de nuevo cambió de trabajo así es que también cambiamos de domicilio para su comodidad, de esta manera iba y venía andando al curro y además podía comer en casa.

La vivienda nueva era de un conocido nuestro que residía fuera y tenía el piso cerrado, nos lo alquiló a un precio muy interesante y debo decir que fue un salto muy atractivo, el barrio nos gustaba bastante y la casa estaba bien.

Tenía parquet, cosa que agradecimos después de venir de un piso donde el suelo era de terrazo y aparte de feo, frío.

Como ya teníamos muebles y la casa también tenía algunos, el dueño nos dijo que los sacásemos a la terraza, eso hicimos, los desmontamos y bien envueltos estuvieron cinco años más o menos a la intemperie.

Esta mudanza también la hice sin Angel, estaba de viaje por asuntos de trabajo, si no recuerdo mal en San Sebastián. Una vez más tuve la valiosa ayuda de mi hermano.

El motivo de la mudanza fue uno y la realidad otra, mi chico venía a comer a casa poco porque viajaba bastante, le veía por la noche cuando estaba en Madrid y si no salía tarde del trabajo.

Esos años para mi fueron bastante grises y desmotivados, solo dos cosas a tener en cuenta, me saqué el carné de conducir y me apunté a un gimnasio, ambas cosas por manipulaciones exteriores jajajaja.

Angel cogió una propaganda del buzón de una autoescuela que estaba en mi misma calle, había una oferta y era la siguiente: apuntándose una pareja, regalaban las matriculas y hacían un 40% de rebaja en el precio total.

Mi querido cónyuge tuvo la feliz y genial idea de que nos apuntaramos los dos, me convenció de mala manera porque yo no quería aprender a conducir y él menos, además le dije que con lo que viajaba al final no se iba a sacar el carné, me dijo que ya no viajaba tanto porque su labor casi estaba hecha y así podíamos comprar un coche para viajar, a los dos nos encantaba viajar.

Nos apuntamos a la autoescuela, íbamos a partir de las 20:30 de la tarde para que le diese tiempo después de trabajar. Creo que dio cuatro clases de teórico. Ese mismo mes, se fue de viaje a Seul y estuvo fuera cerca de un mes, cuando volvió ya no retomó las clases, yo continué y aprobé teórico a la primera, es normal, no es ninguna hazaña y el práctico a la segunda, porque la primera me confundí de calle, en la segunda oportunidad hice un exámen tan perfecto, que el examinador me mandó aparcar tres veces, "capullo" se jodió porque no tuvo más remedio que aprobarme, no tenía disculpas.

Nos compramos un Ford Orión blanco y desde entonces fui amantísima esposa y chofer, él disfrutaba los viajes, yo menos porque era la que conducía, por supuesto una vez en destino me lo pasaba de miedo y con el aliciente y la libertad de parar donde te daba la gana y descubrir parajes maravillosos.

Un pequeño apunte, a los catorce días de tener el coche y un mes el carné, emprendí viaje hacía las Rías Baixas, con un par y con la “L” jajajajaja.

Lo segundo a tener en cuenta es que me apunté a un gimnasio que estaba en la acera de enfrente de mi portal, bueno, ocurrió más o menos como lo de la autoescuela; nos apuntamos los dos pero quien estuvo yendo a diario y un par de horitas o tres fue aquí, la abajo firmante.

Yo había empezado a engordar algo, así es que bajé, hablé con el monitor y enseguida me puse manos a la obra. Empecé en horario de tarde, pero el gimnasio estaba lleno de niñas en maillot, todas muy monas y delgadas que realmente iban a pasear el palmito, a mi me parecía una injusticia porque yo me pegaba unas palizas de aupa y tenía que ir en chándal jajajaja, vamos cabreante y desmotivación total, me cambié a horario de mañana.

Ahí empezó mi fase Urtainita, mi monitor decía que tenía una musculación perfecta, que había que trabajarla, ¡joder, vaya si la trabajé!!

En esos años de gimnasio no bajé un gramo de peso, pero se me puso un cuerpo que daba miedo, Angel me empezó a llamar Paulino Uzcurrun, que fue un boxeador muy famoso y brutote, el cambiarme a las mañanas fue mi perdición porque para empezar yo era la única chica que iba a esas horas y además todos los tíos que iban a entrenar practicaban levantamiento de pesas, poco a poco mi “profe” fue cambiando los ejercicios con los que empecé y que me iban bastante bien por las mancuernas y más tarde por las pesas, me puse cuadrada, hostiazo que daba, familia de luto, levantaba más quilos que muchos de mis compañeros y entrenaba con ellos por igual, guardo unos maravillosos recuerdos de esa época y de mis “muchachotes”, estaba fuerte, sana y durante un tiempo feliz.

N. Angulo

1 comentario:

  1. Otra etapa de nuestras vidas. Unas veces divertida o tras no tanto. Yo empecé a viajar de manera frecuente y paraba poco por casa. Además estabas en los 80 y Madrid era una fiesta y cuando estaba en Madrid os podéis imaginar donde andaba. Manolito Palacios, Marian, Silvia, Miguel Moreno y un largo etc.
    Reconozco que a Nieves la puteaba un poco más de la cuenta, pero fue una época más.

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