Aunque el tema de la pederastia en la iglesia está ahora candente, no podemos ni debemos olvidar que esta aberración ha existido siempre.Es nuestra responsabilidad contar y narrar estos episodios para que las nuevas generaciones sepan y para las personas que miran hacia otro lado no se sigan engañando.
Yo nací y crecí en el entorno de una familia católica, pero no excesivamente practicante, solo lo justo para inculcarme unos valores que les habían inculcado a ellos con anterioridad.
Recuerdo siendo muy niña, cuando acudía al confesionario (por aquella época no me hacía preguntas ni me cuestionaba nada), que el cura que estaba protegido tras la celosía del confesionario me preguntaba. - ¿Te has hecho tocamientos, de qué tipo, dónde te tocas, cómo te tocas? – Lógicamente al tener apenas 6 o 7 años yo no entendía muy bien este tipo de preguntas, imagino que se lo diría a mi madre y ella me respondería cualquier cosa.
Estas preguntas prosiguieron durante años, lo que no entendí a los 7 años, empecé a comprenderlo con 10 o con 11 y esta vez no lo comentaba con mi madre, esta vez lo hablaba con compañeras de colegio o con amigas, para mi sorpresa, a todas nos hacían los curas estas mismas preguntas u otras similares.
Un domingo cuando fuimos a misa de 12, antes de confesarnos para luego poder comulgar, mis amigas y yo decidimos que todas íbamos a dar la misma respuesta al cura; - ¿A usted que le importa, usted sé toca también? –
Nunca he tenido la certeza de si mis amigas le dijeron estas palabras al sacerdote o no, yo si lo hice y me quedé más ancha que larga.
Con 12 o 13 años, decidí unilateralmente no volver a misa, no comulgar ni confesarme, reglas que tuve que saltarme de vez en cuando, porque posteriormente cambié de colegio y dicho centro de enseñanza era de monjas.
En mi adolescencia, ya se hablaba, pese a la censura imperante, de casos de abusos a niños por parte de los curas, sobre todo en colegios-internados, estos comentarios no pasaban de simples rumores que automáticamente se tapaban y escondían.
Por desgracia, siendo muy joven, llegué a conocer a dos chicos, que sufrieron abusos y cuando nadie hablaba de estos “pecados” porque era tabú, ellos valientemente lo contaron, en una tarde de viernes estival, mientras lloraban avergonzados en el parque del Retiro en Madrid, a un grupo de adolescentes (entre los que me contaba) .
La pederastia no debe perdonarse, no debe olvidarse, la información sobre estos abusos debe divulgarse y exigir a las autoridades de turno, que hagan que estos seres aberrantes paguen por ello con todo el peso de la Ley y no con una palmadita en la espalda y un “rapapolvo” porque se trata de curas.
Si ahora, en el instante de leer estas líneas, conoces a alguien que está sufriendo abusos por parte de los curas, o eres tú, una de esas víctimas, ¡DENUNCIA!, no te avergüences, no te lo guardes como si fueses el culpable, porque entonces amigo mío el mal será mucho peor y nunca volverás a ser el mismo.
N. Angulo
Se que las probabilidades de que me leas o leas este comentario es difícil con todos los comentarios que tienes , es alucinante la verdad, he leído varias entrada de tu blogguer es las cuales alguna me ha hecho caer alguna que otra lagrima, yo no he sido victima de pederastia , pero si de un perterbudado y varios maltratadores , de ahora en adelante me hago seguidora tuya y te invitaría que te pasaras por mi blogguer y leyeras su contenido puede interesarte, un saludo amiga, y nos vemos....
ResponderEliminarhttp://loquequisedecirynuncadije.blogspot.com/
Hola Corazón de hielo18, como verás he leído el comentario y además voy a entrar en tu blog para leer tus cosas, cuando se han cumplido unos añitos, es raro quién no ha tenido algún percance de estos en su vida. Espero que hayas salido de estos trances más fuerte.
ResponderEliminarUn saludo para ti también y leeré con atención todo lo que tengas que contar.
Hola.
ResponderEliminarTengo la suerte de que a mí mas bien el sacerdote de la iglesia a la que asistía me ayudó de alguna manera a hacer frente a los abusos de diferentes personas.
Sin embargo, como víctima que alguna vez fui, creo que se deben denunciar, procesar y condenar a los pederastas y abusadores sexuales de todo nivel, sin importar de donde provengan, en donde se desempeñen o el tipo de influencias que pueda tener: sin restricción alguna.
Moralmente es mas condenable lo de los sacerdotes porque supuestamente son ellos los que nos deben brindar mayor confianza y no se dan cuenta que ellos mismos se encargan de restar fuerzas a nuestra fe.
Qué verguenza!
Cualquier transgresión cometida por adultos hacia los niños no debe tolerarse, venga de donde venga. Pero en el caso de los curas, que abusando del poder que ejercen sobre los niños, las condenas deberían ser las más duras.
ResponderEliminarAdemás de denunciar al culpable, algo mucho más importante es el amparo de la "víctima". Estos abusos han ocurrido siempre ... y ¿qué pasaba con los niños que sufrieron estos abusos?. Los padres no sabían reaccionar. Había y, probablemente siga existiendo, un sentido de vergüenza. No sirve de mucho que te digan: "no te preocupes, no pasa nada" o que te cambien de colegio o que te prohiban ver a esa persona tan cercana. Ven desde una perspectiva de adulto y, un niño, no lo ve así. Crece con ello y no llega a digerirlo. En principio puede incluso que no sepa que se ha actuado mal con él. Era un adulto, al que se supone debe respetar, el que le ha hecho algo malo, pero ¿qué, exactamente. ¿Cómo puede imaginar que es malo, si es alguien próximo el que ha estado jugando a "esas cosas"?. ... Estos asuntos no quedaban zanjados y hay que poner mucho empeño en que ese niño, comprenda el por qué de las cosas.
ResponderEliminarSi, al culpable se le debe castigar. Pero hay que intentar como sea, que el niño no se torture durante toda su vida, sin saber por qué. Pido a los padres que estén muy atentos a la evolución del caracter de un niño que ha sufrido abusos.
Hola. Tengo algo para ti. Ven: http://aquientrenosotras.blogspot.com/2010/05/premio-dardo-y-blog-de-oro.html
ResponderEliminarUn beso.