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viernes, 14 de mayo de 2010

SOMOS VULNERABLES


Por regla general, cuando vemos a un indigente por la calle, ni siquiera nos paramos a mirarle, normalmente, no merece ni un segundo de nuestros pensamientos y si alguna vez pensamos en él, es para descalificarle y juzgarle, es un borracho, un drogadicto, un vago y una serie de etiquetas imparables.


A veces, para limpiar nuestras conciencias, le lanzamos una moneda, eso si, qué no nos pregunten como era el indigente, porque seguro que no daremos una descripción veraz, simplemente, no le hemos mirado.


Una vez pasados los momentos de descalificaciones hacia el individuo, en lo segundo que pensamos es, “esto no me pasará a mí”.

De lo que no nos damos cuenta, es que, en el momento de habitar este planeta llamado tierra, somos seres vulnerables y expuestos a cualquier contingencia.


Estas personas que viven en las calles o por temporadas en albergues, no nacieron así, no se vieron en la calle de un día para otro.


Viviendo en La Coruña, hablé con muchas de estas personas, la gran mayoría tenían una triste historia detrás.


Escuché de todo, pero paradójicamente las historias que más se repetían eran de esta índole; Personas normales, con trabajo, con una vida equilibrada, cómoda o sencilla, que un día tienen un revés, pierden un hijo, o bien a su pareja y su mundo se deshace, se desequilibra, esto les lleva, les empuja a una depresión y un dolor insoportables y tras este sufrimiento, comienza una espiral imparable hacia el fracaso, hacia la desidia, hacia la indiferencia, solo tienen y sienten el dolor, nada les importa, continua el absentismo laboral, y un largo etc… pero la espiral sigue y sigue. Otros no pierden un ser querido, otros son solteros, que dependen de sus ingresos y su trabajo y precisamente lo que pierden es eso, su trabajo y la historia se repite, se encuentran parados, empiezan a acumular deudas, les echan de sus casas por impago y como única salida empiezan a encontrar consuelo en el alcohol o cualquier otro tipo de estimulantes y la espiral continua…


Oyendo estas historias aprendí mucho.


Aprendí a mirar a estas personas como a seres humanos.


Aprendí a no creerme superior e intocable.


Aprendí a ser un poco más humana y humilde.


Así es que tomad nota.


Cualquier día te puedes ver en la calle, viviendo entre cartones y pidiendo unas monedas, con la única compañía de un gato callejero, que ni siquiera es tuyo, simplemente pasaba por ahí.


N. Angulo

3 comentarios:

  1. Para empezar te felicito por hacer algo que muchos no hacemos. Acercarte a sus vidas, sentirlas, tratar de comprenderlas.
    Muy buenos consejos para poner en práctica toda la humanidad.
    Si cada uno de los más de 7 billones de personas que somos en el mundo diera un poco más de sí por ponerse en los zapatos del prójimo, las sociedades serían muy distintas.
    Felicitaciones nuevamente.

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  2. Gracias Mayo, por leer y comentar mis post.

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  3. Si todos los ciudadanos hicieramos lo mismo que tú este planeta sería diferente, seguro.

    Enhorabuena.

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