Este colectivo está compuesto de personas olvidadas, invisibles. Habitan en un limbo, en tierra de nadie en cuanto a legislaciones y demás. Tienen la impresión de haber llegado tarde a algunas cosas o demasiado pronto, pero nunca en el momento adecuado para verse beneficiados.
Están en una edad donde todavía les quedan unos años para la jubilación, así es que son considerados “jóvenes”, pero no obstante, son “viejos” para acceder a un empleo.
Normalmente han cotizado desde edad temprana, de adolescentes o apenas recién comenzada la juventud, al menos este es mi caso y el de mi pareja.
Ambos trabajamos y con ese esfuerzo nos pagamos los estudios superiores, los que no son de enseñanza obligatoria ni gratis.
Comienzan las crisis y a este colectivo les pilla en edad madura.
Nadie los contrata, nadie requiere de sus servicios, nadie necesita de su experiencia y profesionalidad.
Comienza la debacle. La vida se convierte en un desastre que poco a poco se aproxima al horror.
El horror no es ver a niños pasando hambre, guerras, catástrofes naturales, no, ese es otro sentimiento. Eso les ocurre a otros, eso causa pena o desazón, pero la vida continúa. El horror es diferente, se vive, se palpa, te encoge el estómago, te impide dormir, te causa pesadillas, te envejece prematuramente. Esto es el horror.
Algunas personas pertenecientes a este colectivo, optan por hacerse autónomos y emprenden una vida como pequeños empresarios; pero antes de llegar a esa situación, aceptaron trabajos nefastos, que no empleos, puesto que nadie les contrata. La mayoría de los trabajos que desempeñan nada tienen que ver con su formación, con aquello que estudiaron, con aquello para lo que se prepararon; pero hay que comer, hay que pagar una vivienda para no dormir al cielo raso, hay que pagar facturas. La compañía de la luz no espera, el suministro del agua o del gas te lo cortan, si no pagas.
Sigue pasando el tiempo. Se pierden esos trabajos de mierda, se pierde la pequeña empresa y vuelta a trabajos que rayan la esclavitud y que no te aseguran la tan necesitada remuneración.
Y continúa el desastre.
En el cerebro de muchas de estas personas se va asentando, posicionando furtivamente, un cáncer. Como todos los cánceres, les va carcomiendo, les va restando fuerzas, les va minando las ganas de vivir y pasa factura al cuerpo. No duermen, padecen múltiples dolores, temblores; este cáncer tiene nombre “DEPRESIÓN”.
Unos deciden no salir a la calle ¿para qué? Otros por el contrario siguen saliendo esperanzados, deseando que la suerte les acompañe y que les permita trabajar para llevar dinero a casa.
En este devenir algunos perderán sus casas por no poder pagar la hipoteca o el alquiler.
Finalmente este colectivo, decide que ya es hora de que el Estado les devuelva parte de lo pagado durante años con sus impuestos. No piden dádivas, piden justicia.
Se llega al limbo; comienza el recorrido para solicitar pensiones y año tras año se las deniegan, porque año tras año añaden una nueva ley que impide el acceso a esas pensiones: “Es que no está en el paro. Usted no cotizó lo suficiente. Usted cotizó por cuenta ajena antes de los años 80 así es que no le corresponde ninguna pensión ¿Y mis años de autónomo? Preguntarán algunos. Este detalle no lo contemplan las leyes a la hora de acceder a una pensión, no tiene derechos”.
Un consejo. No te hagas empresario, no te hagas autónomo, no seas emprendedor. Solo vas a existir para acrecentar las arcas del Estado, pero realmente, no eres nada, no eres nadie.
Les deniegan una y otra vez lo que les debería pertenecer por legitimidad.
Este colectivo se da cuenta que en el sorteo que es la vida, es más fácil que les caiga en “suerte” el terminar sus días durmiendo en un cajero, comiendo en un comedor social y vistiendo gracias a entidades privadas, a que les toque un dinero proveniente de esos otros sorteos y loterías.
Alcanzan la certeza de que del limbo en el que viven, caerán en el infierno y no llegarán al cielo. Metafóricamente hablando ya que creo que de existir cielo, infierno y limbo, están aquí, en la tierra
¿Alguno de los nuevos partidos políticos tiene en su programa electoral acabar con esta injusticia?
La respuesta es no.
Pero sí contemplan en sus programas electorales el seguir ayudando a personas provenientes de otros países. Milagrosamente entre tanto recorte siempre hay una o varias partida/s de dinero para “solidarizarse” con estas personas. Que está muy bien, hay que ser humanos, pero considero que la caridad, la humanidad empieza en casa. No se debe dejar sin alimentos, vivienda, sanidad a los ciudadanos de tu país, para dárselo a otras personas que entre otras cosas huyen de guerras y penalidades que ni ellos ni nosotros hemos buscado y mucho menos provocado. Es triste, es penosa esta situación, pero este colectivo, los olvidados, los invisibles, no tienen la culpa ni deben pagar por la mala praxis de los políticos al no saber administrar las arcas públicas.
Amigo lector ¿Si tus hijos pasan hambre, sino tienes posibilidad de llevar alimento a tu casa, darías de comer a tus vecinos, en vez de a tu familia?
No lo creo a no ser que seas imbécil. Pues esto es lo que hace nuestro gobierno consensuado por el resto de políticos, demostrando de este modo su irresponsabilidad e ineficacia.
Por este y otros motivos no creo en la clase política, todos pertenecen a un mundo irreal.
Seguid votando a esta gentuza mientras este colectivo invisible, olvidado, van derechos a la muerte.
Unos se quitarán la vida llevados por la desesperación, a otros la propia sociedad les irá eliminando poco a poco y de estas desgracias nunca se harán eco los medios de comunicación.
Nieves Angulo ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario